Solo bastaron cinco palabras para comprender la idea y componer una canción, una canción que trascendió fronteras y que hoy que forma parte de nuestra historia, me refiero a “Rastros Imborrables”.
Como no recordar aquella vez que llegaste acompañado de tu guitarra diciendo “Viejita saca tu cámara y graba tengo un temita, escúchalo a ver qué te parece”, son muchos los recuerdos que no me dejaron dormir tranquilo al saber de tu partida.
Si me pusiera a contar las veces que compartimos ideas y que muchas veces no se hicieron posible por falta de apoyo al arte, el tiempo nos faltaría, pero hoy quiero dejar este pedacito de tu historia, de tu legado y de tu talento.
“No hay fronteras”, “Mi padre, mi héroe”, “Rastros Imborrables”, “Nadie Compra el Amor”, “Hombres de Verde”, solo son algunas de las canciones que compusiste y que se logró presentar al mundo y como no recordar el tema que se quedó pendiente para grabar “La muerte del trovador”.
Hoy, desde mi escritorio solo me queda decir que jamás serás olvidado porque estarás presente en cada reunión, en cada pichanga y en cada presentación artística, porque lo que hiciste no fue cosa de chicos, lo que has hecho es cosa de “Grandes”.
Cómo un presagio de lo que podría pasar un día llegaste al estudio, te hicimos las bromas de siempre y nos enseñaste la letra de una canción, que hoy al volver a leerla, duele porque narra tu partida, La muerte del trovador:
“Olor a tierra mojada lo vuelven a su niñez, todos sus buenos recuerdos, tendrán que partir con él. Color de flor de retama, color de su juventud, todos sus buenos recuerdos, se irán en un ataúd. Coge su vieja guitarra, será está la última vez, y con su voz ya cansada, aquel trovador nos narra con canciones el ayer”.
Manuel, te nos adelantaste, pero sé que algún día nos reuniremos a compartir ideas y canciones, mientras tanto te recordaremos con esa sonrisa de Charro coquetón, un abrazo hasta el infinito y más allá, mi buen amigo…
Por: JH Tinoco