La pandemia sin lugar a dudas detuvo todo por un lapso de aproximadamente dos años, lo que empezó con una confinación de dos semanas, terminó siendo una aislamiento obligado para todos en los cinco continentes.
En todo este tiempo cosas malas sucedieron, la peor quizá, fue la de ver partir a familias enteras, amigos, conocidos, vecinos que ahora ya no están con nosotros; fuimos testigos también del egoísmo en su máximo esplendor, pues a la falta de equipamiento, de medicinas o de personal médico se sumó la corrupción, muestra de ello es que hizo más la sociedad organizada que el propio gobierno, como en la compra de plantas de oxígeno por poner un ejemplo.
Pero no todo fue malo durante la pendemia, cosas buenas pasaron pero no para los humanos, si no para los demás habitantes de la tierra; según un informe de la BBC, en este periodo se mostraron importantes derrumbes en los niveles de dióxido de nitrógeno y por otro lado, el monóxido de carbono, principalmente producido por los autos, se redujo en casi un 50%.
Queda claro que mientras el ser humano estuvo encerrado, el planeta tomó un respiro, nuestra región no fue la excepción, la contaminación cesó, pero luego de dos años la normalidad ha vuelto y parece que no es para nada bueno.
Parece que no aprendimos nada, el egoísmo y la falta de empatía se manifiestan en los hábitos de gran parte de la población; siguiendo en el tema de la contaminación, el panorama se pone aún peor, la basura en las calles y la falta de un lugar idóneo para su disposición final, han hecho que nos ganemos el bien merecido apodo de la ciudad con la catarata de basura más alta del mundo.
En conslusión, la pandemia está llegando a su fin, ya vivimos de nuevo la normalidad, los estragos del otro “virus” llamado ser humano empezaron a destruir y para eso, lamentablemente no se ha desarrollado ninguna vacuna.