29 años desde que el Taekwondo se convirtió en deporte olímpico oficial

232

Este antiguo arte marcial, con raíces en Corea y valores morales profundos, une extremidades en combinaciones únicas de golpes

Hoy, 4 de setiembre, el mundo entero se une para celebrar el Día Internacional del Taekwondo, una fecha que conmemora la inclusión de esta milenaria disciplina como deporte olímpico oficial.

La elección de esta fecha especial se remonta al 4 de septiembre de 1994, cuando el Comité Olímpico Internacional tomó la histórica decisión durante su sesión en París.

Publicidad

El Taekwondo, con más de 200 años de historia reconocida, es una práctica que surgió en Corea y comparte sus raíces con otras destacadas artes marciales asiáticas, como el kung fu y el karate, entre otras.

A lo largo de su evolución, durante la década de los 70, los principales exponentes del Taekwondo trabajaron arduamente para unificar las técnicas que lo conforman. A pesar de esto, aún hoy en día se pueden apreciar sutiles diferencias según la escuela particular.

Lo que hace verdaderamente único al Taekwondo y lo que lo ha convertido en un fenómeno global son las particulares combinaciones de golpes que involucran tanto las extremidades superiores como las inferiores. Esta fusión de técnicas y movimientos fluidos le confiere su identidad distintiva.

El Taekwondo hizo su primera aparición en los Juegos Olímpicos en 1988, durante los Juegos de Seúl, en calidad de deporte de exhibición. Su gracia y espectacularidad capturaron la atención del público y los atletas de todo el mundo. Posteriormente, en los Juegos Olímpicos de Barcelona, volvió a presentarse como deporte de exhibición, consolidando su estatus como una disciplina de gran relevancia en el ámbito deportivo.

Finalmente, en 1994, se tomó la histórica resolución de convertir al Taekwondo en un deporte olímpico oficial, lo que marcó un hito en su evolución y le dio la plataforma global que merecía.

Más allá de su aspecto competitivo, el Taekwondo tiene un profundo impacto en la vida de sus practicantes. Basado en los principios del taoísmo y el confucionismo, promueve valores morales fundamentales, como la cortesía, la integridad, la perseverancia, el autocontrol y el espíritu indómito.

Estos principios no solo ayudan a los practicantes a ser personas más saludables y centradas, sino que también les permiten reaccionar más rápido ante amenazas externas y les dan un propósito más elevado en la vida.