“En tu día Chachapoyas”

Será que tanto pensé en tí mi amada tierra que anoche soñé contigo y me decías lo siguiente:

Hijo mío, quiero “HECHOS Y NO PALABRAS”

No me escribas mucha perorata en prosa o verso, bríndame más bien, aunque sea un poquito de tus acciones concretas. Que la gente no hable con asombro de tus versos sino con admiración de tus obras, de tí depende.

No me fotografíes tanto, cuida mejor mis calles que son mi cuerpo, no las ensucies que para todos me gusta estar bella.

No grites a los cuatro vientos que soy acogedora, recibe tú con cariño y respeto a mis huéspedes y visitantes.

No esperes a todavía estar lejos de mí para según tú añorarme con frenesí. Si me amas no me abandones jamás, si por cosas del destino tienes que irte, acuérdate siempre de visitarme y cuando lo hagas dame el mejor regalo, ven a sumar para mi mejora y no a criticar lo que mis hijos que nunca me abandonan hicieron mal o bien por darme vida.

No critiques con maldad a los que por buena o mala suerte mía hoy son mis autoridades, si tanto te intereso entonces ven tú, pide la palabra, levanta la voz y represéntame con dignidad y decoro.

No añores con desmedida exageración mi singular belleza, mi cielo azul, mis parajes verdes y pintorescos. Mejor cuida lo poco de verdor que me queda, siembra árboles por montón, no tales mis hoy efímeros bosques. En fin, no permitas que nadie acabe con mi vida, que es la tuya y será la de tus hijos.


No te colmes la boca hablando de mi arte, mejor hazlo tú con tus propias manos, aprovecha esa habilidad que como tu madre estoy segura te corre por las venas. Yo te doy mi tierra, mis colores, mi lienzo sagrado. Pintame tú orgulloso desde la mejor perspectiva y siempre con mi corazón henchido de alegría pues así quiero que me recuerden todos mis hijos.

No hables mal ni te atrevas jamás a mirar con menosprecio a la gente de mis pueblitos pequeños, a mis hijos agricultores puesto que ellos te dan de comer y gracias a su trabajo encomiable es que vez saciado tu hambre. Sé grato con ellos, cuando los veas en mis calles salúdalos y hazles sentir que son tus hermanos. Cómprales sus productos y págales un precio justo. Te lo repito, ambos son mis hijos y a todos los quiero por igual.

No viajes tan lejos en busca de lugares paradisíacos o de aventuras absurdas por alimentar tu ego o demostrar que eres más que el otro. Mejor con la humildad que a mi gente caracteriza conoce primero lo tuyo, explora mis campos, aprecia mis paisajes de encanto, convive con mi gente, compra mi arte. Recién entonces dí que tienes identidad y amor por lo tuyo.

No hables mucho de pasta italiana, de vino francés o de carne argentina. Grita mejor que comes mote, que machacas tu cecina, que mueles tu propio café, que preparas tu ají con arto pepino y huacatay, que haces tu caldito de huevos con chipchemuro, que tomas huarapo. En fin, que aprendiste a cocinar y comer lo tuyo con mucho agrado y que en la humildad de tu mesón o tullpa, sentados quizás en una piedra o adobe alrededor de un fogón chicos y grandes comparten con júbilo lo que Dios les regaló.

Hijo mío, no duermas en tu pasividad so ñacashca, despiértate ya carajo antes que te tire una latigueada con ishanga por las patas y te de luego un baño siprallita en las aguas que bajan del Puma Urco. Quiero verte siempre alerta pues hay mucha gente mala que quiere hacerme daño.

Defiéndeme tú con valentía como lo hizo Matiaza. Construye, vive, comparte por siempre la paz, sirve a los demás con justicia, con valores. Sé mi mejor hijo cada día y ten por seguro que esa será la razón que me mantendrá viva por la eternidad y aún más allá.

Te lo dice con mucho cariño tu Mamita Chachapoyas.

Prof. Lino Sonders Rojas Mori.

Actualidad

error: Content is protected !!