A lo largo de su carrera, Salazar Bondy se ocupó de abordar las problemáticas del medio urbano y retratar con maestría a sus personajes y ambientes
El 4 de julio de 1965 fallece el reconocido escritor peruano Sebastián Salazar Bondy, quien fue uno de los miembros más destacados de la generación del 50 en el ámbito literario.
Sus contribuciones más notables se encuentran en la poesía y el teatro, géneros en los que dejó un legado significativo. Sin embargo, también debemos destacar su intensa labor periodística en diarios y revistas, donde abordó temas literarios, culturales, artísticos y sociales. Estas actividades lo convirtieron en una figura influyente y popular en su país.
La poesía de Salazar Bondy, con una inspirada ascendencia neorrealista, proyecta una mirada melancólica y crítica sobre el entorno urbano.
La ciudad se convierte en el escenario elegido para presentar imágenes de nostalgia familiar y una aguda crítica social. A pesar del profundo desasosiego y abatimiento que parecen envolver al autor, sus versos se mantienen contenidos y serenos.
A través de un lenguaje austero pero conmovedor, en su poemario «Cuaderno de la persona oscura» (1946), despliega sus amores, desdichas y desencuentros con la realidad.
Más allá de los méritos de su obra escrita, debemos resaltar la importante función de Salazar Bondy como impulsor cultural, demostrando un notable espíritu de comprensión humana, generosidad y sentido del humor. Además, junto con Alejandro Romualdo, fue coautor de la trascendental «Antología general de la poesía peruana» (1957).