Los pichones aveces vuelan antes de tiempo; unos niƱos partieron de casa

“El ser humano desde niƱo es intrĆ©pido, audaz, aventurero, viajero intrĆ­nseco, precoz, mucho mĆ”s si siente que la vida es injusta a temprana edad.

Fueron aƱos de vivir en un pueblo apacible, tranquilo, adormecido, dos dƩcadas antes del nuevo milenio, los viejos hacƭan remembranzas a flor de piel de los aƱos mozos y los cambios paulatinos de una centuria que trajo de todo, sin presagiar que pronto los giros de vida, las costumbres cambiarƭan, la tecnologƭa y todo serƭa vertiginoso.

Tiempos entrelazados de contrastes, de mucho respeto, el saludo lo evidenciaba, las gentes amables, cuatro barrios destacaban, si faltabas a clases los efectivos que hacĆ­an rondas te detenĆ­an y llevaban a la ComisarĆ­a, para luego llamar a tus padres. La policĆ­a era asĆ­: BenemĆ©rita Guardia Civil, Guardia Republicana y PolicĆ­a de Investigaciones del PerĆŗ (PIP).

En escuelas y colegios estaba instaurado EducaciĆ³n CĆ­vica, pre-militar, los desfiles con gallardĆ­a, marcialidad y porte, concursos de escoltas, bandas, fiestas patrias, efemĆ©rides y mucha peruanidad.

Las huelgas eran cosa seria, eran organizadas por el SUTEP, conocimos el gas lacrimĆ³geno a la mala, los profesores y otras instituciones marchaban multitudinariamente. Una hazaƱa.

Los niƱos de entonces jugƔbamos muchos trabajando pero sin darnos cuenta que lo hacƭamos, fue un entrenamiento para la vida.

Recuerdo correr desde mi casita al pie de un taller inolvidable de carpinterĆ­a del CTAR, pues de las tablitas descartadas armĆ”bamos nuestros juguetes, salĆ­a por el tanque de agua a la altura del pozo de Yana Yacu, para llegar a la carretera y seguir hasta un abierto, lo que hoy es el mirador alto de Luya Urco, me extasiaba mirando hacia el este casi toda la ciudad, al fondo imponente la meseta Malcamal, mis lumbreras no se si tenĆ­an visiĆ³n 20/20, pero juro que jamĆ”s me cansarĆ­a de mirar y amar mi Chachapoyas que me vio nacer. Luego bajaba y me dejaba engullir por las cuadras y jirones, obligado saltar los cercos en la plaza mayor.

Si te detenĆ­as en ella a observar te encontrabas con una suerte de rotonda al derredor de una pileta inolvidable. Mirar en detalle todo, recuerdo esto; El palacio municipal, entonces CPCH, con letras blancas en los cascos de los trabajadores de baja policĆ­a, hoy (Concejo Provincial de Chachapoyas), el Ideal, Mini CafĆ©, la tienda de artefactos domĆ©sticos de don Eloy Cieza, el gordito Napo en la esquina, el Obispado, la Botica El Inca, en la segunda planta Llubiley, los periĆ³dicos de don MĆ”ximo Gutierrez, don Calixto Aliaga, el cine central de don David Reyna padre, ETOSA, INC, escuelita las Palmeras, una casona linda hoy REVASH, la famacia Perpetuo Socorro, Bar Chacha, el OLANO, seguido el clĆ”sico hotel Amazonas, la Imprenta Villanueva, don Manuel MuƱoz, la tiendita de doƱa Sarita Gomez de Chuquimbalqui mamita de Oscar Arturo Gomez Vergaray, la Sub-RegiĆ³n de EducaciĆ³n, el gallinero, asĆ­, llamĆ”bamos a la catedral por su forma semicircular con vitrales de colores pĆ”lidos, reconstruida despuĆ©s del terremoto de 1970, en la parte exterior, en su vĆ©rtice un niƱito de metal, que sostenĆ­a una pequeƱa plataforma, cual piletita, quien no metiĆ³ su dedo en su ā€œpupoā€ no tuvo infancia, luego una linda tienda de don Milenko Vojvodic.

Los canillitas, lustrabotas, hasta algunos marrajos pululaban haciendo de la glorieta una suerte de segunda casa, debo reconocer que una parte considerable de mi vida estĆ” ahĆ­. Si levantabas la mirada al oeste en direcciĆ³n a Luya Urco era puro cerro.

Porque no recordar un personaje que venĆ­a del valle del Guayabamba, alegre como un niƱo con dulces en la mano, ojos claros, crespos hilarantes, ataviado con sendos sacos de terno, pero con camisas extravagantes, pantalones distintos en colores beige, gris, zapatos a veces de vestir, otras tipo minero, una que otra mocasines, se podrĆ­a decir que impuso una moda, deambulaba por las inmediaciones de los jirones del centro de la ciudad, su lugar favorito la zapla, (Plaza), su hora preferida; la salidas de los colegios, para corretear a las muchachas colegialas, era su diversiĆ³n. De ahĆ­ se perdĆ­a un tiempo, para aparecer esporĆ”dicamente. Hace poco lo vi por Longar.Ā”SĆ­, me refiero al ANANA! La antĆ­tesis de este hombrecito gracioso estaba el Manshana NETO, un niƱo grande, amable y cariƱoso, querendĆ³n sin par. HabĆ­a otros personajes; La loquita Leonor que se desnudaba en la plaza para baƱarse en la tina de la pileta, el Felino Pelao, la Panchita y su compaƱera carretilla, el mudo Karateca, entre otros.

SeguĆ­a mi marcha por la calle del Comercio, hoy peatonal Amazonas, Foto El Arte CabaƱas de don Ubicho, doƱa Aidita Arellanos, ZapaterĆ­a CarriĆ³n, ROJASA, SACHAMA, (MĆ”ximo ChĆ”vez SĆ”nchez), el seƱor Carrascal y su ferreterĆ­a, Comercial Douglas, don Julito VillacrĆ©z, RelojerĆ­a Salazar, dulcerĆ­a Silva, Villar y heladerĆ­a, Bazar Jovita, los hermanos Chalos, casi al frente; el FutbolĆ­n, arribita la peluquerĆ­a TĆŗpac Amaru del Maestro Mio, la ODEC, la Casona de la familia Zubiate, el Coliseo, Villacorta, visitar a mi amigo Sandro La Torre Tenorio y su perro Dogo, luego la tienda de un profesor especial, papĆ” de mi amigo Tito Reyna Chavez quien creĆ³ BBBCPP, (Bueno Bonito y Barato Como Para Pobres), saludar a los Canta, a mis amigos Vela.

Burgos; encontrar amigos como Mateo Pereyra Villanueva, su hermano Percy, al Huayruro Mas. Jugar corriendo, subiendo y bajando por los arcos parabĆ³licos, cansadito a buscar guarapito fresco en Cuarto Centenario donde estaba el mercadillo de los domingos, hallabas; los motes, los picarones, dulce de chiclayo, higos, durazno, etc…la chicha, animales vivos, aves, verduras varias, tubĆ©rculos, granos, quesos, leche, en fin de todo un poquito.

Y sĆ­, claro eran tiempos de apagones, pues el alumbrado elĆ©ctrico lo generaba una planta tĆ©rmica a la salida por la Villa de ParĆ­s, y los motores fallaban, a veces el combustible escaseaba. CompartĆ­amos un miedo general a LimĆ³n Punta y una carretera de malos recuerdos, por los muchos muertos en accidentes, los temblores seguidos. HabĆ­a veces que un Dassault Mirage 2000 pilotado por Milenko Vojvodic hijo, nos ponĆ­a los pelos de punta, sobrevolando el cielo chachapoyano haciendo piruetas, cual homenaje digno por haber nacido aquĆ­. En el PerĆŗ solo habĆ­an 12 de aquellos aviones contaban los mayores.

Es como mi mente recuerda tanta vida, seguro olvido muchas cosas y detalles, pero hay una historia que no podrĆ­a. Dentro de mis amigos de infancia habĆ­a un grupito que realmente la pasaba mal en sus casas, eran distintos a muchos, tenĆ­an una rebeldĆ­a que comprendĆ­a a medias, cada vez que nos juntĆ”bamos a jugar en la canchita del parque de BelĆ©n, en el Colorado, las pampas de Higos Urco, el Franco, Manchibamba, el CorralĆ³n, en la piscina de la Villa que administraban mis yuntas Juan Carlos Flores GarcĆ­a y su hermano Pepe.

Ellos hablaban de escaparse, planeaban, al comienzo lo tomĆ© como un niƱo obviamente, luego ellos se fueron a un lugar que no quisieron decirnos. Lo olvidamos, hasta que una noche fueron a pedir posada en una casa, era el grupito del que menciono, faltaban dos, pues se desanimaron a Ćŗltimo momento, pernoctaron hasta el amanecer, antes de llegar el dĆ­a se marcharon, por la Guitarrita, (lagunita de agua en forma de guitarra a la altura de la peƱa blanca que va al aeropuerto viejo), luego bajaron por CĆ”clic, tirando dedo se fueron a Pedro Ruiz, por la Marginal de la Selva se marcharon a Moyobamba, Tarapoto, de ahĆ­ se dispersaron, algunos se fueron a Lima, otros se quedaron.

PerdĆ­ el rastro casi a todos, excepto a dos con quienes Ć©ramos bien unidos, uno regresĆ³ casi quince aƱos despuĆ©s, otro nunca lo hizo de niƱo, reciĆ©n de adulto retornĆ³, cuajado, curtido por la vida, mĆ”s que los azotes que recibiĆ³ de pequeƱo.

Me reunƭ con ambos en sendas charlas indistintas en tiempo y espacio, desahogaron sus penas, mientras detallaban las penurias que vivieron. Entendƭ que mi vida era maravillosa en ese entonces, aunque debo recalcar que los que quedamos fuimos marcados, pensamos en ellos, siempre los recordƔbamos. Nunca fue igual.

Estas historias fluyen de mi ser en madrugadas cuando no puedo dormir, saco la vuelta al insomnio escribiendo mis recuerdos. Chachita Amada mĆ­a, seguro guardas tantos dramas, cuenta conmigo para ser el enlace que haga brotar otras tantas historias dignas de compartir y ser leĆ­das.

Dedicado a mi amigo V.V.G. prometĆ­ escribir parte de nuestra infancia y parte de tu aventura.

Para J.R.

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